lunes, 27 de diciembre de 2010

Hecho

Nada mejor para terminar un año de mierda que un verano insoportable.

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domingo, 26 de diciembre de 2010

Ante la duda, todo

A veces siento que no importa cuantas horas me siente a pensar en ello, cuantas teorías formule ni cuantas mentiras al respecto me diga. Todavía no puedo darme cuenta cuando fue el momento en que todo se empezó ir al carajo.

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viernes, 24 de diciembre de 2010

"Los muchachos de antes no usaban morfina" le recuerda...

Sin pavita no hay navidad

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jueves, 23 de diciembre de 2010

Convivencia Sagrada

Que en la misma cuadra haya trapitos y un oficial de la policía metropolitana significa que:

a) ...en realidad, en el Gobierno de la Ciudad no son (tan) fachos.
b) ...el asunto ese fue tratado de manera banal por los medios de comunicación.
c) ¿Policía Metropolitana?

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Karma

(Del sánscr. karma, hecho, acción).

1. m. En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos que condiciona cada una de las sucesivas reencarnaciones, hasta que se alcanza la perfección.
2. m. En otras creencias, fuerza espiritual.

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Same old, same old

Es irónico. Parece que acá cuento lo que no le quiero contar a nadie.

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martes, 21 de diciembre de 2010

La verdad

Y asi, descubrió con satisfacción que no eran sus problemas personales los que impedían que concilie el sueño, sino la falta de un turboventilador que le ofrezca aire fresco.

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domingo, 19 de diciembre de 2010

Ya lo dijo MB

Para asimilar que estamos en el fin, háganme una seña en forma de botella de Jim Beam

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Facilidad para el facilismo

En esta especie de psicoanálisis público, confieso que tengo facilidad en fascinarme por personas que son, o parecen ser, interesantes. Las miro, les hablo pero no hago nada más, solo para quedarme en la cómoda posición que significa no animarme a hacer absolutamente nada al respecto. Y después quejarme, cuando no mariconear, que todas las personas que me interesan ya están ocupadas con alguien o que jamás van a interesarse en mi.

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sábado, 18 de diciembre de 2010

Melodía feroz para un pequeño viajero interurbano

Le gustaba pensar que el tráfico atroz de Buenos Aires era la síntesis argumental de su vida. No por ser una buena analogía (de hecho no había planeado ninguna) sino porque le gustaba decir "síntesis argumental". Puro snobismo de su parte, pero no iba a disculparse por ello.

El tráfico era otra excusa para no mantener los ojos en el libro. Intentaba leer Auster, para impresionar a una chica seguramente. No era la primera vez que lo hacía, no iba a ser la última. Gran parte de su universo cultural se componía por elementos recomendados por las chicas que nunca pudo conquistar. Se reconfortaba pensando que el no-amor al menos le dejaba un buen disco o novela. Esta vez parecía que nuevamente iba a terminar así, sólo que probablemente iba a dejar de verla mucho antes de terminar de leer. Le echó de nuevo la culpa al tráfico sólo para no aceptar que esta vez no podía seguir la trama con la debida fluidez que requería. Intentaba concentrarse. En un momento leyó "que sea el viento el que enferme", sólo para darse cuenta que esas palabras salían de sus auriculares. Decidió ahí que lo más sano era cerrar la novela.

El colectivo había avanzado apenas media cuadra. Una vez más, el viernes le había ganado al cartel de "semi rápido" que ostentaba al frente. Buenos Aires llenaba sus calles de autos que desean escaparse de ella para volver uno o dos días después, como sí de una relación enfermiza se tratara. Vivir en Buenos Aires es, de hecho, algo enfermizo. Pero cientos de miles desean estar allá y enfermarse por su cuenta. El tenía asumida su relación odio-amor con la ciudad, de la misma manera que asumía su igual relación con su entorno. El se creía un inconformista. Otros lo llamarían malagradecido, pero tampoco le importaba eso.

El libro estaba cerrado y guardado en el morral. Lo único que lo ayudaba a pasar el rato era la música que se repetía una y otra vez. Sólo escuchaba tres o cuatro canciones, en orden aleatorio y en reproducción eterna. Lo relajaba. Al menos lo hacía sentir algo parecido a eso. Necesitaba llegar a casa antes que el caos de la ciudad se instalase en su cabeza y no pudiera sacarlo hasta el lunes cuando el ciclo comience nuevamente.

Tuvo que abandonar su asiento debido a las normas de convivencia que rigen en los transportes públicos. En el fondo quería víctimizarse y reprochar el hecho que alguien puede arrebatarle el asiento a otra persona por el simple hecho de demostrar un embarazo. Pero también sabía que las normas de convivencia rigen en los transportes públicos le daban al chofer la potestad de hacerlo bajar por una actitud de ese tipo. Prefirió evitar la controversia y caminar hasta el fondo del colectivo para sentarse en la escalera de la puerta de descenso.

Mientras el colectivo no avanzaba se sacó los auriculares para darle una oportunidad a Auster. Se arrepintió rápidamente. Guardó de nuevo el libro en el morral pero no se volvió a poner los auriculares. La banda de sonido del viaje volvía a ser la crudeza de Buenos Aires y su tráfico itinerante. Eran cientos de autos, colectivos y taxis fuera de control. Como el que se dirigía sin freno a la puerta de atrás del colectivo 8 con cartel de "semi rápido". Él, sentado en la escalera de esa misma puerta, jamás volvió a ver una imagen tan caóticamente perfecta.

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Teorías

A pesar de ser un buen plan de sábado a la noche, desear quedarse en casa y tomar whisky hasta quedar inconsciente no es buen augurio. Al menos no siendo sábado a la tarde.

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viernes, 17 de diciembre de 2010

Bad cover version

Llega un punto en el que la trama se vuelve tan obvia que estaría dispuesto a despedirme como guionista de mi propia vida.

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jueves, 16 de diciembre de 2010

Paradoja

Y es cuando uno más lo necesita que recuerda que, en realidad, nunca supo bien como conocer gente...

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lunes, 13 de diciembre de 2010

Avanzar es...

...saber que no te van a volver a sacar una foto decente, pero darte cuenta que, de última, no te molesta tanto.

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jueves, 9 de diciembre de 2010

"Los Muchachos de Antes no Usaban Morfina" le recuerda:

Cocinar y usar internet al mismo tiempo no es beneficioso para el resultado final de la cena

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miércoles, 8 de diciembre de 2010

No mariconeen

Lennon se murió hace 40 años. Acéptenlo.

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5:34 AM

No quedaba nadie en la fiesta. La música lenta de los '90 los había ahuyentado como en esas fiestas de 15 en donde empezaron a frecuentar hábitos nefastos que los perseguirían hasta estos días. Él romántico estaba en el balcón, fumando como nunca lo había hecho antes. Miraba el hueco en el que debía haber un patio interno que jamás se había terminado de construir (o donde había uno sepultado por el olvido, no lo sabe bien). El humo era tan negro como el tabaco del cigarrillo que inhalaba en ese momento. Había dejado de fumar hacía años, al menos eso creía. No se había dado cuenta que era uno de los pocos asistentes que quedaban en el departamento porque estaba escondido en ese balcón esperando que no lo moleste nadie. O al menos que el cínico no lo encuentre.

El romántico sabía. No era difícil pensar que su visión simplista de las cosas lo iba a ir arrinconando al desenlace inevitable que se venía gestando hacía semanas. El sabía que iba a tener que enfrentarlo, pero tenía una inusual habilidad para esconderse de sus problemas que lo hacían invisible. Le gustaba que fuese así, sentía que era el único poder que iba a poder salvarlo de lo inevitable. El romántico no era bueno para enfrentarse a lo inevitable. Sabía que el cínico tampoco lo era, pero también sabía que solo actuaba cuando era necesario. Como si se moviera para completar pequeños objetivos que se planteaba y luego se apagase al haberlos cumplido.

Cuando la puerta se abrió, el romántico no se dio vuelta en ningún momento. Tampoco habló; el cínico era un ser que no hablaba a menos que fuera necesario y no valía la pena intentar detenerlo. El cínico iba a completar su objetivo y no iba a poder convencerlo de lo contrario (no creer en el otro es una ventaja del cinismo). La mano del romántico parecía temblar, tanto cuando sacó un cigarrillo del paquete y lo puso en su boca como cuando sacó el encendedor del bolsillo de la camisa. No así pasó cuando la mano del cínico se entendió hasta empujar al romántico por el balcón. Su pulso era firme y decidido. Pasaron apenas unas centésimas de segundo para que el cuerpo cayera y se tornara en cadáver.

El cínico tomó un cigarrillo del paquete que había caído al suelo. Lo apoyó en su boca. Lo fumó hasta que solo era un filtro y lo arrojó por el balcón, cerca de la tierra apilada, pero bastante lejos del cuerpo de su víctima.

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viernes, 3 de diciembre de 2010

Etílicas

Una vez más, en la realidad hiperconsciente que se nos revela, me encuentro inmerso en un espiral pedorro de estupidez que se me aparece como prueba de caracter.
Ruego que esto sea sólo un residuo de tanto alcohol ingerido durante tan poco tiempo...

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