Pequeño anecdotario del porteño impaciente
Margot sostenía un libro mientras veía como pasaban los autos. Sonreía, mientras cantaba una canción que no cantaba hacía años (creo que desde el día que la vi sonreír por última vez). Quise saludarla. En serio, incluso traté de cruzar Diagonal Sur, pero el tráfico estaba pesadísimo y era (casi) imposible. Supuse que iba a tomar el 28 que estaba a una cuadra. Ahí me dio cosa molestarla, perturbarle la sonrisa que tanto me gustaba ver y hacía años que no asomaba. Le deseé lo mejor con un gesto que nunca vio y me fui caminando por Perú. Feliz por ella.
Etiquetas: saraza
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