Señor asistente a una fiesta. Por más que el alcohol, el cachengue o el consumo de estupefacientes haya llegado a su punto cúlmine de la noche, no significa que todo el mundo se esté divirtiendo de la manera que usted lo hace. Hemos de llamar a esta figura "el tipo que no está pasándola bien". Evitemos términos de la índole "el infeliz" o "el cagafiestas". Quizás es el hombre más feliz del mundo y de lunes a domingo asiste a otras fiestas que lo ponen de buen humor. O no, pero no es el punto.
El tipo que no está pasándola bien va a vagar por el lugar donde la festividad está aconteciendo, hablará con gente, quizás compre alcohol y se lo acerque a otras personas para entablar, continua y/o estimular la conversación. Al rato va a hacer eso un par de veces más, jamás quedándose quieto. No porque es una persona que es amigable, sino porque no encuentra su lugar de pertenencia en ese lugar. Quizás baile, y si lo hace lo hará mal, aprovechando que hay gente que baila con ganas y lo hace peor que el. Quizás directamente no baile, ni siquiera se acerque a donde lo están haciendo por más que algún conocido le haga señas que se acople al grupo. Probablemente se compre una cerveza más y se vaya sin levantar la perdiz, buscando el próximo colectivo a su casa.
En mi humilde opinión, de encontrarse con un espécimen así, no intente obligar a esa persona a que disfrute la velada, quizás porque esa persona no quiere hacerlo. Además, de tener intenciones de revertir la situación, el ambiente de fiesta siempre es propicio para ello. No se olvide, el que no cambia no es solo porque no quiere, a veces no puede.
Así que, hombre y mujer aficionado a la fiesta, no sea sorete, trate bien al tipo que no está pasándola bien dejándolo en el molde.
¿Quién sabe? Quizás usted sea el próximo.
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