Lo que sangra
Y un día aceptó que no podía ser más el daño colateral de la felicidad ajena. Agarró sus cosas, salió de la casa y la prendió fuego. Como quien no quiere volver a ver las cosas que alguna vez le hicieron sentir algo diferente a la pena.
No se despidió. Tan solo se fué silbando una canción de The Honeydrippers (la que antes lo emocionaba pero ya no) y juró no volver nunca más.
Nadie se dió cuenta de su ausencia.
No se despidió. Tan solo se fué silbando una canción de The Honeydrippers (la que antes lo emocionaba pero ya no) y juró no volver nunca más.
Nadie se dió cuenta de su ausencia.
Etiquetas: saraza
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