domingo, 25 de abril de 2010

Visiones del otro lado

El infierno, eso que la gente suele llamar el infierno, no es más que una secuencia odiosa que uno va a vivir por toda la eternidad. No es productivo seguir hablando de ríos de azufre, torturas sádicas o lamentos agonizantes; hay algunos masoquista que difícilmente puedan creer que eso es un castigo. Para Gardel, el infierno debe estar en Medellín. Sin ofender a los católicos fundamentalistas, es probable que el morocho del abasto (de estar en el averno, claro está) se suba todos los días al avion que está apunto de caer y, sucedido el hecho, se consuma con una llamarada feroz que eventualmente lo va a llevar al punto inicial. O quizás no. Quizás ese el el infierno para Lepera, mientras que Carlos está sentado todos los días en el paddock viendo como Leguisamo no puede hacer que Lunático supere el segundo puesto.

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